Testimonios y resultados

Si David Decker resolvió sus problemas de estructura del suelo trabajando con el concepto de SOBAC, su padre, André, que trabaja la mitad de la explotación en el sistema convencional, no se ha atrevido a dar el paso ni cambiar sus hábitos de trabajo. Sin embargo, ve efectivamente la diferencia y confirma las observaciones y los resultados de su hijo.

Lo apliqué en otoño de 2011 y en la primavera siguiente realizamos los primeros seguimientos del terreno con el técnico SOBAC. En la zona aplicada con BACTÉRIOSOL, los residuos eran blancos, colonizados por los hongos con un pequeño olor a sotobosque, mientras en la zona convencional, no había ninguna evolución ni actividad biológica.

Lo cual ya era evidente apenas unos meses después. Al año siguiente, apliqué Bacteriosol de nuevo y entonces toda la estructura de los suelos evolucionó. Antes, en estas parcelas, sentía que se frenaba en el momento del rastrojado en las zonas más difíciles y desde la puesta en marcha del ecosistema SOBAC, he notado una clara evolución de las estructuras, mucho más fácil de trabajar con una verdadera transformación de los residuos de cultivos. Y además, había todas esas lombrices...

El propio aspecto de la tierra había cambiado, el regreso de la vida microbiana saltaba a la vista. Por ejemplo, consumo mucho menos combustible, no hay comparación, pasamos de 18 a 12 litros por hectárea después de 8 años de BACTÉRIOSOL y trabajamos más superficies en el mismo lapsus de tiempo.

Es un ahorro de tiempo y energía incomparable. Así pues

He aumentado progresivamente las superficies a sembrar, sobre todo con 36 hectáreas que son igual de difíciles, y las mejoras se han confirmado una y otra vez". André, el padre: "Es verdad que esto me ha sorprendido.

Realmente notábamos diferencias. Y sobre todo, no más tierras azuladas con malos olores, vinculadas a las materias orgánicas que se estaban pudriendo sin servir para nada".

David: "En la producción de este año, hemos batido récords: 44 y 50 quintales de soja (dependiendo de las variedades), algo nunca visto, y 145 quintales de promedio en el maíz; ahora figuro realmente entre los mejores de mi sector, a pesar de hacer siembra directa. Aquí tenemos tierras muy heterogéneas, con algunas parcelas ligeras, con guijarros y gravilla, sobre una base de arena, o sea que antes, ni siquiera regando lográbamos aguantar. Ahora hay mucho menos estancamiento, es más lineal, el arraigo es mucho mejor, y el cultivo es, por tanto, más autónomo.

Por lo general, en tiempos de sequía, los cultivos están mucho menos estresados, especialmente porque llevamos acumulados algunos años muy calurosos estos últimos tiempos, con verdaderos déficits en términos de precipitaciones. Sin embargo, en el maíz hemos pasado de 33 mm de agua por cada riego a 25 mm, y en la soja podemos reducir de uno a dos riegos en comparación con el maíz.

Con el trigo hay menos desarrollo, pero en maíz y soja estamos muy satisfechos de nuestros resultados técnicos.

En cuanto a las presiones antienfermedades, en el trigo es muy visible, el cultivo es realmente más resistente, más sano.

Hoy día, ya no empleo regulador, tan solo un fungicida en vez de dos o tres habitualmente. No obstante, hemos conservado rendimientos equivalentes en 2018; a pesar de los promedios regionales particularmente bajos en trigo. Nosotros hemos hecho a pesar de todo 70 quintales, con un solo riego, menos tratamientos y menos nitrógeno.

Con respecto a la calidad, mis trigos continúan en una buena clasificación. En el futuro quisiera, en todos mis cultivos, reducir aún más el nitrógeno, la labranza del suelo y el riego. A largo plazo, el objetivo consistiría en pasar a siembre directa con cobertura vegetal integral.

Lo dejamos todo encima y sembramos en su interior. BACTÉRIOSOL es un ecosistema que funciona por sí solo, si no es trastornado, o en cualquier caso lo menos posible. Cuando veo el arraigo de los cultivos y el olor de la tierra, es realmente alentador".

"Trabajo para las generaciones futuras"

 "De todos modos, no podíamos seguir así y asistir, pasivamente, a la degradación de nuestro suelo. Hemos tenido que revisar toda nuestra práctica global. He reducido el nitrógeno en 40 unidades por segunda vez consecutiva y desde que aplico el BACTÉRIOSOL, ya no empleo más fósforo ni potasa, ¡lo cual supone un ahorro de 15 toneladas al año! 

Trabajo para mis hijos, para las generaciones futuras. Mis suelos rebosan nuevamente de insectos y lombrices. Cuando el suelo vuelve a la vida y lo respetamos, nos lo devuelve bien.

Un día, armonizaré la totalidad de la explotación, pero por el momento sigo trabajando a jornada completa en una fábrica de aluminio, al igual que otros agricultores de la región. De todos modos, muchos de mis colegas son como mi padre: tienen miedo de hacer evolucionar sus prácticas. Es verdad que se trata de todo un cuestionamiento que hay que plantearse para dar el paso. André: "Estoy orgulloso de ver lo que mi hijo está haciendo hoy”